DIARIO DE VIAJES AUSTRALIA: CAPÍTULO 6
ÚLTIMO DÍA EN SYDNEY
Este día la verdad es que lo aprovechamos para perdernos literalmente por la ciudad. Es cierto que no solemos hacer esto actualmente (antes he de decir que viajábamos más relajados por así decirlo) pero en este viaje varios de los días que estuvimos en Australia lo dejamos un poco al azar.
Cuando nos levantamos decidimos empezar el día yendo de compras ¡mejor plan imposible! Habíamos visto que Paddy’s Market era como un icono en Sydney. Un mercado que llevaba abierto desde 1834 y que, aunque inicialmente era un mercado para que granjeros y ganaderos vendieran sus productos (heno, maíz, ganado…), actualmente es un lugar de visita obligada. Lleno de puestos de comida, souvenirs, ropa de segunda mano… Vamos un lugar ideal para perderse un ratito.
Nosotros en este mercado compramos algo muy especial… En uno de los puestos encontramos unos dibujos (de imitación obviamente!) que simulaban una pintura aborigen. Fue amor a primera vista porque era una tela rectangular con todos los iconos del país pintados en colores llamativos. Así que no nos lo pensamos mucho y nos lo compramos (apenas nos costó 15$, así que el precio también acompañaba). Tengo que deciros dos cosas, la primera es que cuando llegamos a España lo primero que hicimos fue enmarcarlo y colocarlo en la entrada de nuestra casa. Desde entonces siempre que entramos en nuestro hogar nos acordamos de que los sueños se pueden hacer realidad con esfuerzo y constancia. La segunda cosa que tengo que deciros, que aunque compramos una imitación, nuestra amiga Vera cuando nos casamos, de regalo de bodas nos compró una pintura aborigen auténtica con certificado de autenticidad (un documento en el que te explica brevemente la historia de la aborigen, en nuestro caso, que ha pintado nuestra tela y lo que representa). Sin duda, el mejor regalo que pudimos haber recibido (ya os dije en el Capítulo anterior que soy una enamorada de la cultura aborigen) y como símbolo de este gran orgullo, lo enmarcamos también y lo tenemos en el comedor. Recuerdos que forman parte de nuestro hogar…
Después de las compras varias que hicimos fuimos al Darling Harbour, un muelle que está de moda en Sydney y en donde, a parte de centros comerciales, lugares de ocio y restauración, se encuentran varios de los enclaves turísticos a visitar en la ciudad.
Dimos un paseo por la zona y fuimos a ver por fuera el Australian National Maritime Museum. Aunque como os hemos dicho no lo visitamos por dentro, es un museo muy amplio que no descartamos visitar en un futuro… Desde el exterior pudimos ver una réplica del Endeavour, una réplica del barco con el que el Capitán Cook recorrió la costa oeste australiana. También tienen atracado el Royal Australian Navy, el destructor insignia del museo.
Pero como ya sabéis, a nosotros nos encantan los animales más que los barcos y después de verlo por fuera nos fuimos al Sea Life Sydney Aquarium. Aunque no es de los acuarios más impresionantes que hemos visto nos hacía gracia visitarlo porque tiene 12000 ejemplares de 650 especies diferentes (mayormente de la costa australiana) y que recrean los hábitats de la Great Barrier Reef, un lugar que visitaríamos en unos días. Por lo que para hacernos una idea de lo que íbamos a encontrar, para allá que nos fuimos.
Obviamente, por si no lo sabíais, en Australia se encuentran los animales más peligrosos del mundo y en el acuario vimos una gran parte de los que pertenecen al mundo marino. Aquí quiero hacer un inciso porque esto no es una exageración, es así… Cuando empezamos a empaparnos de todos los animales que hay en Australia alucinamos con todos los peligros que podíamos correr. Si paseas por la playa podrías ser engullido por un cocodrilo gigante de 5 metros (sí, es un cocodrilo de agua salada, eso existe) y si decides pegarte un baño refrescante en una playa paradisíaca australiana, puedes ser picado mortalmente por la medusa más pequeña y peligrosa del mundo (irukandji) o ser atacado por un tiburón blanco. Por el contrario, si optas por pasear por un bosque tropical puedes ser destripado por un ave prehistórica que es el casuario (ataca a sus presas saltando y destripándolas con sus garras), puedes ser mordido por la serpiente más venenosa del mundo como la Taipán o si te fías de la belleza de la vegetación y los árboles, estás muy equivocado, muchas de ellas, son urticantes o tienen traicioneras espinas-pinchos que al agarrarte se te clavan provocándote graves heridas. Si descartas esas opciones y decides una opción más urbanita, que sepas que aquí corres peligro también porque existen varias especies de arañas, como la araña de Sydney o la Red Back, que sus picaduras te llevarán al hospital y no con poco dolor.
Después de este inciso, que no nos quitó las ganas de disfrutar a tope des nuestro país favorito, en el acuario vimos el famoso Dugong australiano (o manatí en español). La verdad que nunca habíamos visto uno en realidad y nos hizo mucha gracia, porque ¡parecía como si fuera una aspiradora de algas! Es cierto, cuando lo vimos estaba comiendo un montón las algas que había en el fondo del acuario y como veis en la foto, ¡está gordito! (para que después digan que los vegetarianos, al solo comer lechuga, tienen que estar delgados,… ¡mentira!)
Con la entrada del acuario podíamos entrar también en el Wild Life Sydney Zoo, un zoológico pequeño situado en el centro de la ciudad para los mamíferos más pequeños. Aquí vimos wallabies, canguros, un mariposario en dónde tú entrabas dentro de su hábitat y las mariposas estaban volando libres (¡incluso se te posaban encima! Ya os dije que en Australia los animales no tienen miedo a las personas) y mi animal más querido y favorito, ¡koalas! Aquí estuvimos un montón de rato mirándolos, como se movían, como los peinaban, incluso ¡vimos a un koala bajar del árbol para irse a otro! ¡algo inaudito!
Cuando terminamos nuestra visita conociendo la fauna de Australia nos fuimos paseando hasta la zona del sydney Harbour Bridge y la Ópera House. Recuerdo que allí nos compramos un bocadillo en un puesto de comida callejera y nos sentamos en un jardín que hay en frente del Museo Contemporáneo de Arte, a comerlo. (¡sí, a pesar del peligro de ser picado por la araña de Sydney!). Es que había mucha gente, hacía un día precioso y con todos los que éramos, ¡malo sería que tuviéramos tan mala suerte de que nos picaran a nosotros!). Pero incluso comer al aire libre fue una actividad de riesgo… Allí las gaviotas parecían las de la película de Hitchcock, porque ¡literalmente atacaban por un trozo de bocadillo! Si os soy sincera mucho no disfrutamos de la comida porque ¡la comimos a toda leche! jajaja
Después de comer Isaac empezó a no sentirse muy bien por diferentes motivos… Primero le dolía el tobillo, imaginamos porque no llevaba el calzado adecuado (como hacía tanto calor ¡llevaba chancletas!) y sentía como si se le hubiera abierto el tobillo… Y después, le dolía la cabeza un montón, quizá fruto de una insolación. En Australia la capa de ozono es casi inexistente, por lo que los rayos del sol no tienen protección ninguna, básicamente la protección la tienes que poner tú (gorro, gorra, crema de 50…) y nosotros íbamos con crema pero no en la cabeza… Así que como no estábamos al 100% decidimos ir yendo para el hotel por una zona que no conocíamos, pero que no nos paramos demasiado, sólo a comprar unas vendas para solventar el problema del tobillo, tomar un paracetamol y llegar al hotel a descansar y también hacer la maleta, ya que al día siguiente dejábamos Sydney de buena mañana…