DIARIO DE VIAJES AUSTRALIA: CAPÍTULO 14
LOST IN THE CITY
Este día nos fuimos solos a descubrir la ciudad de Melbourne. Las chicas tenían compromisos que no podían cancelar y acordamos separarnos: nosotros visitaríamos Melbourne y ellas irían por su cuenta. Con dos tarjetas de metro que nos habían dejado y unas cuantas indicaciones escritas en un papel, allá que nos fuimos a la aventura! (en aquel momento no había wifi en las ciudades como ahora, ni tampoco teníamos una tarjeta de datos australiana… así que eso era lo que había!)
Sin ningún tipo de problema llegamos a la estación Flinders Station y desde allí ya estábamos en pleno centro de la ciudad. La estación de Flinders Station era un lugar que te transportaba a tiempos pasados, con sus paredes de azulejos, su carteles,… Realmente podías palpar la historia de aquel lugar, de hecho, desde aquí salió el primer tren de vapor de Australia en 1854! Yo creo que es una de mis estaciones de tren favoritas…
Justo en frente de Flinders Station fuimos a Federation Square, un espacio moderno que se construyó en 2002 para conmemorar los 200 años de los Estados Australianos. La verdad es que es un contraste para los sentidos porque pasas de una estación de ferrocarril histórica a un edificio super moderno y actual.
Nosotros fuimos a Federation Square porque aquí se encuentra una filial de la NGV: National Gallery Victoria, el primer museo del mundo dedicado exclusivamente al arte australiano. Como ya os dije en otros capítulos, adoro la cultura aborigen y una gran parte de su cultura son sus pinturas ¡y qué mejor lugar que este!
La verdad es que me pasé el rato que estuvimos en el museo alucinando, porque las pinturas eran todas impresionantes en cuanto a belleza, en cuanto a la perfección de los trazos… Yo solamente pienso que con colores naturales y con una rama redonda, son capaces de hacer obras de arte como éstas! Lo que daría yo porque me enseñaran a pintar así! No sé vosotros pero yo valoro muchísimo este tipo de pinturas…
En el museo había otro tipo de pinturas, obviamente, pinturas más clásicas que retrataban los paisajes australianos de principios de 1900, que también eran muy impresionantes, pero para mí, no son comparables… ¡La cultura aborigen es la cultura viva más antigua del planeta!
Pero bueno, sigo contándoos nuestro día porque ya sabéis lo que me gusta esta cultura y podría escribir solamente un post hablando de ellos!
Después nos fuimos al barrio Chino de Melbourne a comer. Vera nos había dicho que es una de las mejores zonas para comer por precio y por calidad y era cierto. Siempre había escuchado que si ves a gente asiática comiendo en un restaurante asiático es porque realmente la comida es buena y puedo aseguraros que aquí se cumplía esa norma.
Lo primero que hicimos fue buscar un restaurante para comer en uno de los tantos centros comerciales que tenían en el barrio. Recuerdo esta comida especialmente porque fue un desastre para mí. Resulta que en el mostrador tenían los típicos patos de Pekín colgados y pensé, jolines en España me gusta mucho esta comida, así que aquí tiene que estar riquísimo! Pero en contra de lo que pensaba, el pato estaba infumable! Apenas pude terminarme el plato de lo malo que estaba! Es cierto que en España adornan la comida asiática con azúcares y demás para que nos sea más gustosa pero ¿tanto que el pato de Pekín no me guste en Australia? No sé, fue un poco una decepción para mí y me quedé con hambre, así que nos fuimos a tomar el postre a Hungry Jack’s (qué desastre!)
Después del copioso helado fuimos caminando hasta la rivera del río Yarra que pasa por Melbourne. Como el día estaba soleado y la temperatura era agradable decidimos tirarnos en el césped a observar los rascacielos, los piragüistas que entrenaban en el río… y sin quererlo, nos quedamos dormidos! jajaja sí, como lo estáis leyendo… Nos dormimos! Los que nos conocen saben que esto es un hecho casi increíble en nosotros, pero en este viaje hacíamos las cosas de otra manera y mira, sucedió! Y oye, sin miedo a que nos picase una araña, nos robaran, o lo que fuera! jajaja Nos cundió la siesta que no veas!
Cuando nos despertamos de la siesta seguimos paseando hasta llegar al Royal Botanic Garden. Sin duda un lugar atractivo para los sentidos ya que estaba lleno de vegetación autóctona y de fuera también, que era totalmente nueva para nosotros. Este jardín fundado en 1852 tiene una de las mejores colecciones botánicas del mundo y es enorme… de hecho pasamos varias horas paseando por sus caminos, observando los diferentes lagos, aves, flores, árboles… Pero tengo que pediros disculpas porque en aquel entonces no tenía tanta experiencia con la cámara como ahora y las fotos son muy feas, así que solamente he decidido subiros ésta en la que salgo yo (es de las más presentables) y para no dejaros con las ganas de ver como es, os dejo el link aquí de su página oficial.
Dentro del Royal Botanic Garden fuimos a visitar el Shrine of Remembrance, un monumento que honra a los soldados caídos en las guerras que participaron los australianos. En su interior había un pequeño museo que mostraba los uniformes de la época, cómo era la vida en la guerra, … A nosotros nos gustó mucho visitarlo y sentimos el respeto con el que la población australiana tiene por sus soldados. Además, justo cuando nos íbamos, que ya era la hora del cierre, pudimos ver como un soldado, mientras sonaba el himno australiano, prendía la llama en una escultura que había en la parte central del monumento como símbolo de que el recuerdo de esos soldados sigue vivo. Me pareció una ceremonia muy bonita la verdad y fue un broche muy chulo para nuestro día por Melbourne.
Antes de coger el tren para regresar a Malvern paseamos por la orilla del río en dirección al hotel The Crown. Vera nos había contado que las llamas que cada cinco-diez minutos se encienden justo delante de este ostentoso hotel valían una pasta, es decir, que el gas que se utilizaba para encenderlas cada diez minutos era como 10000 euros o así, un gasto desmesurado para un entretenimiento… Pero eso es lo que quería demostrar este hotel, un poderío único en la ciudad… Pero bueno, aparte de esto, tengo que deciros que las vistas valieron mucho la pena.
Y para terminar regresamos a Malvern. Cuando llegamos las chicas todavía seguían en la cena que tenían programada así que cenamos y nos metimos en cama con ganas de más! Con ganas de seguir viviendo experiencias en Melbourne!