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EXCURSIÓN A LA GRAN BARRERA DE CORAL

Nos levantamos con la salida del sol, literalmente, a las 05:00 ya estábamos en pie y es que no sé si habéis leído el capítulo anterior pero al no tener cortinas y la ventana rota de la habitación, aunque quisieras dormir más, no podías, jajaja. 

Pero a pesar de todo, este día era super super especial porque… ¡IRÍAMOS A LA GREAT BARRIER REEF! Así que pasando de toda la suciedad que nos invadía, nos vestimos, cogimos nuestras mochilas y nos fuimos a buscar un local que estuviera abierto para desayunar.

No nos costó mucho encontrarlo ya que cerca de la piscina pública (que era como el centro del pueblo) estaba abriendo un local llamado Pie Face, que se convertiría en nuestro lugar de desayuno habitual para el resto de los días que estuvimos en Cairns. Desayunamos un café con pastas (no mucho, que después en el barco nos podíamos marear…) y fuimos a pasear por el paseo marítimo.

Eran solamente las 07:00 pero nos encontramos con un grupo de gente que se encontraba en las inmediaciones de la piscina pública practicando yoga. Era la primera vez que veíamos este tipo de iniciativas al aire libre y es que no era una clase propiamente dicha… Por lo que intuimos que un experto en yoga hacía una quedada y la gente iba o se unía a la clase y después le pagaban algo. Me gustó mucho la idea porque es deporte al aire libre y es diferente a estar encerrado en un local.

Como a las 08:00 salía nuestro barco destino a la Great Barrier Reef quisimos ir con tiempo por si acaso. Canjeamos nuestros tickets y nos subimos a uno de los barcos que ese día salían para hacer la actividad. A nosotros nos tocó ir en un barco lleno de chinos que no paraban de hacer alboroto ¡y sacar miles de fotos a todo! ¿Son muy estridentes a veces, no lo creéis? 

¡Pues nos pusimos en marcha rumbo a la Great Barrier Reef! El tour que habíamos elegido era una combinación entre la inner and outer Great Barrier Reef, es decir, que haríamos snorkel en la zona interior y quizá algo más deteriorada de la barrera de coral, pero también iríamos a la zona exterior y más virgen.  

Antes de llegar a Green Island, nuestra primera parada en una de las pocas islas habitadas de la Great Barrier Reef y con forma de corazón por cierto, ya empezamos a ver tortugas marinas, peces… ¡íbamos alucinados! Y el color del agua era indescriptible.

Aún es ahora que miro las fotos y me emociono como si estuviera allí. Australia nos hizo vivir experiencias desagradables pero también nos dio momentos únicos como éste. 

Cuando llegamos a Green Island era como un remanso de paz. Una isla en medio de la nada, para nosotros y todo el grupo con el que íbamos.

Cuando desembarcamos nos dieron varias indicaciones, una de ellas era que había un paseo opcional por la isla y que aunque habíamos ido allí para hacer snorkel valía mucho la pena realizar, porque ésta había sido una de las pocas islas que había estado habitada por aborígenes australianos y podríamos hacernos una idea de la serenidad y calma con la que habían vivido. Otra de las indicaciones que nos dijeron fue que antes de meternos en el agua teníamos que ponernos el traje anti picaduras de medusa obligatoriamente (¡no sé el resto del grupo pero a mí ¡no se me había ocurrido meterme sin el traje!) .

Pero como ya os imagináis, primero fuimos a hacer el paseo por la isla porque, como ya os comenté, todo lo aborigen me encanta. Recorrimos un sendero de madera que cruzaba la pequeña isla de punta a punta a través de una selva tropical llena de vida y de una agradecida sombra, porque no sé si os lo dije pero hacía un calor…

Cuando llegamos al otro lado de la isla ¡sorpresa! ¡una playa para nosotros solos! Lamentablemente no llevábamos el traje anti picaduras de medusa puesto (obviamente porque imaginaros qué pintas tendríamos paseando por el bosque con eso puesto!) y no nos pudimos bañar, pero fuimos testigo de lo que era el silencio absoluto. Fue tan extraño… ¡porque el mar no se movía! La isla estaba tan protegida por la outer barrier reef que las olas no llegaban hasta la playa y parecía una gran piscina. 

Vista la pequeña isla nos pusimos manos a la obra. nos enfundamos en el fino traje para hacer snorkel y nos zambullimos en el agua. 

 Nos metimos con cuidado de no pisar el coral que casi llegaba a la superficie (ya sabéis que no se puede pisar ni tocar) y literalmente volvimos a alucinar porque todo un mundo marino se abrió ante nosotros: peces, corales blandos, corales duros…

No sé si lo sabéis pero los arrecifes de coral tienen una antigüedad de 500 millones de años y son las formas de vida más primitivas de la Tierra. Se forman en aguas por debajo de los 30 metros de profundidad y cuando el nivel del mar sube, el coral se convierte en caliza y encima de él es dónde se desarrolla un arrecife nuevo y así una tras otra… y nosotros, estábamos en la barrera más grande del mundo en ese momento. Tal era la gratitud que sentíamos que un montón de sensaciones recorrían nuestro cuerpo: ganas de reír, ganas de llorar de felicidad, ganas de no parar de dar las gracias por poder estar viviendo esta experiencia… y la única forma que teníamos de compartir esas sensaciones era ¡ir haciendo snorkel de la mano! ¡Sí como lo leéis! Íbamos juntos, mirando los mismos peces, mirando los mismos corales, haciéndonos señas como compartiendo una conversación subacuática jajaja  ¡estábamos flipados!

Y de repente, se me da por mirar el reloj y ¡el tiempo se nos había pasado volando! ¡Se nos había ido la cabeza porque en 10 minutos zarpaba el barco que nos llevaría a la outer barrier reef. Salimos del agua pitando, nos quitamos el traje y casi que subimos al barco en bañador, mojados y con la mochila a cuestas. 

Una vez subida al segundo barco, decidí tomarme una biodramina, ya que soy propensa a marearme en barco. La medicación tampoco me ayuda mucho porque me deja atontada pero al menos no vomito y puedo “disfrutar” algo más que si estuviera metida todo el rato en el baño. 

Cuando llegamos a la outer barrier reef desembarcamos en una plataforma que había en medio del océano que tenía todas las instalaciones necesarias: baños, tumbonas, comedor, zona de preparación de buceo… La verdad es que estaba bastante bien.

Pero nosotros no queríamos perder tiempo así que nada más llegar dejamos las mochilas en una taquilla y nos pusimos el traje anti picaduras de medusa de nuevo. En ese momento tenía muchas ganas de meterme de nuevo en el agua y no sé porqué Isaac tardaba mucho en colocarse el traje, las aletas… total que le dije: “Te veo en el agua” y sin pensarlo fui la primera en sumergirme de todo el grupo. ¿Lo feliz que se vive en la ignorancia verdad? Ignorancia era lo que tuve yo en aquel momento… Sinceramente pensaba que no habría mucha diferencia entre la inner y la outer barrier reef pero ¡qué equivocada estaba! Cuando miré hacia abajo, ¡al menos había una profundidad de 30 metros y una montaña de corales de 10 metros de alto! Tal fue la aprensión que sentí que tuve que salir del agua a toda leche a retomar un poco el aire. jajaja ¡nunca me hubiera imaginado que me iba a encontrar con ese coral! jajaja Isaac no paraba de reírse de mí como diciendo, te está bien por ir de lista jajaja 

Cuando volví a retomar el aliento nos volvimos a sumergir juntos y empezamos a disfrutar de nuevo de aquella maravilla. 

De nuevo vimos un montón de peces, coral… no sabías ni a dónde mirar porque todo era llamativo, nuevo, extraño… Era una pasada. 

Yo estaba en este modo pero sin embargo, Isaac a diferencia que en la otra isla, estaba siempre unas brazadas por detrás mío y mirando a todos los lados menos para el coral. Yo le decía con señas “¡ven!” pero él ni caso. “¡qué raro pensaba yo!” pero tampoco quería agobiarle así que le dejé que fuera detrás mío todo el rato. Después de un par de horas haciendo snorkel y con este percal, salimos para comer  y ahí fue cuando le pregunté “¿por qué no venías conmigo?” a lo que me respondió “Estaba mirando por si venía un tiburón”. Sin pensar ni un momento me empecé a reír sin parar porque pensaba que era una locura lo que me estaba diciendo pero al momento me puse seria ¡obviamente tenía razón! tal era el encantamiento que yo había sentido por este nuevo mundo submarino que me había olvidado de todo… Pero bueno, ya estaba en la plataforma, iba a comer y estaba sana y salva así que seguimos riéndonos de lo personajes que somos los dos.

Después de comer, nos subimos en un pequeño submarino que había en la plataforma y que tenía el fondo de cristal para poder ver bien el fondo marino. ¿y a que no sabéis qué vimos en el recorrido? Pues un pequeño tiburón que nadaba tranquilamente… jajaja ¡sí un tiburón! Menos mal que durante el snorkel solamente vimos peces que si no sí que me quedaba bloqueada sin respiración pero debajo del agua jajaja

De regreso a Cairns íbamos en una nube, tan impresionante había sido la experiencia que hasta el albergue no nos parecía tan malo jajaja (estoy ironizando obviamente) pero estábamos super contentos.

Y con este sentimiento nos metimos en cama, ¡con ganas de más experiencias así!

*Las imágenes subacuáticas están hechas con una cámara acuática ¡con pilas! Era la primera generación de cámaras sumergibles y mis padres nos la compraron expresamente para que pudiéramos tener un recuerdo de este momento. Se lo agradeceré eternamente porque la memoria a veces es muy frágil y tener un recuerdo como este, sin duda es muy valioso para nosotros. ¡GRACIAS PAPIS!

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