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REGRESO A CAIRNS

Pues nuestra experiencia en Airlie Beach había llegado a su fin, habíamos visto una parte de la Great Barrier Reef, pero todavía nos quedaba la zona norte, así que de buena mañana y desobedeciendo las indicaciones de la empresa de alquiler, pusimos rumbo a Cairns.

Sí, he dicho desobedeciendo… jajaja, con el alquiler de la furgoneta, al igual que teníamos restricciones para conducir por la noche, también las teníamos para conducir por la mañana. Decidimos saltarnos las normas porque teníamos que devolver la furgoneta antes de las 16:00, que era la hora máxima del alquiler y porque también era la hora de cierre de la oficina… Todo llevado al límite, como siempre hacemos…

Pero bueno, nos pusimos en marcha con buen ánimo, de buena mañana y dispuestos a recorrer los casi 700 km que había de distancia en nuestra furgoneta querida.

Afortunadamente no tengo muchos recuerdos del trayecto y eso es indicador de que no pasó nada extraño, quiero decir, la furgoneta se portó correctamente, no hizo nada raro, estuvimos tranquilos y disfrutamos del viaje lo máximo que la situación de presión nos dejó.

Y tengo que deciros que todo fue sin problemas, a las 14:00 ya habíamos llegado, habíamos devuelto la furgoneta (que nos dio algo de pena y todo dejarla porque hasta le habíamos pillado cariño a la pobre!) y ya estábamos comiendo algo antes de ir a hacer el check-in en el albergue en el que nos alojaríamos durante nuestra estancia en Cairns.

Pues bueno, aquí empieza otra de nuestras pesadillas australianas… Yo creo que esto fue lo peor que vivimos, pero quizá vosotros también habéis vivido algo similar, no sé… De todos modos, si habéis vivido un desastre como este, agradecería me lo dejarais así podríamos compartir nuestras penurias! jajaja

Ahí voy… Cuando terminamos de comer, cargados con el equipaje de 21 días recorriendo las calles de Cairns, decidimos ir al albergue a dejar las maletas y poder disfrutar de la tarde en la ciudad. ¡Esa era nuestra idea vamos!

Pues cuando llegamos al albergue, en la puerta habia un cartel que decía que teníamos que esperar hasta las 15:30. Ok, no es lo habitual que suceda cuando vas a un hotel-hostal o albergue pero bueno, lo aceptamos, quizá pasó algo y vuelven enseguida… Nada, mil cosas que piensas que puede pasar y que es comprensible. Así que con tranquilidad dejamos las maletas en la acera y nos sentamos a esperar.

Las tres y media, las cuatro menos cuarto, las cuatro, las cuatro y cuarto… Y nosotros allí tirados, ya con el ánimo calentito. Pues de repente un hombre aparece en la oficina, abre la puerta que estaba cerrada con llave, pero no nos indica que pasemos ni nada. Isaac y yo nos quedamos mirando, sorprendidos porque, es obvio que tenemos una reserva en el albergue si estamos con los maletones en la puerta y debería invitarnos a entrar ¿no? Pues el tío se sienta en la mesa y se pone a hacer no sé qué en el ordenador… Entonces con un poco de morro ya, abro la puerta y le digo “Hello!” y ya automáticamente me corta y me dice ” Esperar un momento” y de repente, coge se levanta y se ¡va! Isaac y yo estábamos indignados, porque ya no era el trato tan maleducado que nos había dado, que sí, pero es que parecía que estuviera borracho o fumado o algo así… Creo que en ese momento, aunque estábamos en un silencio tenso, los dos íbamos pensando ¿Qué coño de albergue habíamos reservado? ¿Qué nos esperaba?

De repente, inmersos en estos pensamientos, apareció una chica joven, normal y ya nos sentimos un poco aliviados, pensando que la situación que acabábamos de vivir había sido algo “puntual”. Nos tomó los datos, nos dio las llaves de la habitación y nos indicó en dónde estaba.

Bueno, pues con todo aparentemente arreglado, nos fuimos en busca de la habitación. Durante el corto recorrido desde la recepción hasta la habitación vimos pilones de ropa sucia al lado de la puerta principal, platos de comida por el pasillo, libros tirados por el suelo, el salón que era la zona común estaba llena de suciedad y parecía que por allí había pasado un terremoto… Algo no pintaba bien…

Pues cuando llegamos a nuestra habitación ¡SORPRESA! la habitación era un “puto” desastre. Sí, lo digo con palabras mal sonantes porque no hay otra expresión que se adapte mejor a lo que era “aquella habitación”, de hecho recordarlo, hasta me enfada y todo jajaja. Os voy a describir lo que era la habitación, sin exagerar ni un ápice: la cama estaba sin hacer, literal, con las sábanas y la colcha hechas un hobillo, la papelera que estaba al lado de la mesilla estaba llena de restos de comida y papel higiénico, el armario empotrado de la habitación no tenía puertas, la cortina que había en la ventana estaba descolgada, porque era como si alguien hubiera tirado de ella y hubiera arrancado un trozo del riel, la ventana estaba hecha de láminas que se abrían para que entrara el fresco, pues le faltaban varias, por lo que los vecinos nos veían si les daba la gana…Intentando confirmar que lo de nuestra habitación era algo aislado, fuimos a ver uno de los baños compartidos que había por el albergue y eso ya fue el derrumbe total… La loza del baño que normalmente es blanca, aquí era marrón, pero no porque en un momento de inspiración del diseñador de interiores hubiera querido innovar, no… Era porque ¡no lo habían limpiado en meses!, la ducha no funcionaba (solamente salía un pequeño chorro de agua y con eso tenías que ducharte), el lavabo igual de asqueroso… ¿Os imagináis nuestras caras? Creo que ni en una película de Hollywood habéis visto tal despropósito y en ese momento nuestra moral sí que se vio afectada…

Fue la primera vez en nuestra vida que habíamos vivido algo tan fuera de serie. El alojamiento que habíamos reservado no se parecía en nada a lo que estábamos viviendo. En internet te ponían fotos de una típica casa blanca tropical, con una piscina muy cuca, con un jardín con palmeras… Pero lo que nos habíamos encontrado nosotros era todo lo contrario. Y lo peor de todo, ¡es que nos había costado 80€ la noche! Sí, como lo leéis… Como os dijimos en capítulos anteriores, cuando fuimos a Australia nos coincidió la peor época de todas, ya que el euro y el dólar ¡valían lo mismo! y desgraciadamente 80€ ya nos parecía mucho dinero para invertir en el alojamiento de un viaje tan largo….

Ante esta situación, volvimos a recepción a decirles que nuestra habitación estaba hecha un desastre y que tenían que arreglárnosla. No os penséis que les importó mucho nuestro enfado, ya que no se disculparon ni nada y nos dijeron que en breve vendrían a hacernos la cama. Vale, pues Isaac y yo volvemos a subir a la habitación y nos quedamos allí de pie esperando que alguien viniera.

Pues de repente, sin llamar a la puerta ni nada, abren con llave la puerta y entra un chino, un chino que daba un miedo que no veas. Yo no sé si iba borracho también o qué, pero nos dio tanta impresión que le dijimos que nos diera las sábanas y que ya nos hacíamos nosotros mismos la cama ¡imaginaros cómo debía ser!

Vale pues nos ponemos a hacer la cama, maldiciendo la situación, a la vez que decíamos, bueno venga, no pasa nada, vamos a hacernos la cama, que por lo menos esté limpia y podamos dormir algo tranquilos a pesar de todo el desastre que es el lugar bla bla bla… No queríamos que este lugar pusiera otra nota negativa en nuestro viaje y estábamos en plena conciencia cuando de repente escuchamos como alguien abre la puerta de la habitación con llave. Y de repente entra otra pareja con maletas que venía a instalarse, a nuestra habitación! ¡no podía ser, esto era el colmo! Así que otra vez bajamos de nuevo a recepción para decirles que que qué demonios pasaba….

En este momento nos pusimos alterados, porque ¡era el colmo! Después de todo, que unas personas hubieran entrado en nuestra habitación con las mimas llaves que nosotros, no podía estar pasando.

Como nos estábamos enfadando bastante, decidimos que teníamos que salir de allí cuanto antes, pero primero teníamos que pasar la última prueba… ducharnos. Veníamos de un viaje largo, cansados y nos sentíamos sucios y no nos quedaba otra. No pensamos mucho ni en la suciedad del lugar, ni en nada… Simplemente nos pusimos las chanclas para no entrar en contacto con aquella pocilga y rápidamente nos arreglamos. Tal era el desastre del lugar que nuestra habitación con la cama hecha nos parecía un remanso de ¡paz y limpieza!

Salimos del albergue contaminados de malas energías, maldiciendo el lugar, no entendiendo nada y sinceramente nos costó bastante cambiar el chip. Pero Australia tenía lugares maravillosos y cuando llegamos a la zona del paseo marítimo, poco a poco, nuestro ánimo empezó a serenarse. Al igual que en Airlie Beach, justo al lado del mar había una piscina pública muuucho más grande, limpia y llena de gente disfrutando del anochecer, de la temperatura… Poco a poco íbamos absorbiendo iones de la naturaleza, como decimos nosotros.

Paseando por Cairns nos dimos cuenta de la importante presencia que tenía la cultura aborigen en el lugar. Las paredes de los edificios estaban cubiertas de pinturas aborígenes (lo que en España serían los graffitis artísticos), había muchas tiendas de artesanía aborigen con didyeridoos (el típico instrumento de viento que tocan los aborígenes y que fabrican a partir de un tronco vacío), souvenirs con piel de cocodrilo, pinturas… Y todos estos nuevos estímulos poco a poco nos hicieron cambiar el chip.

Yo ya os lo dije, soy una apasionada de la cultura aborigen y me encanta su filosfía de superación y positivismo delante de las adversidades, creencias, modo de supervivencia… Antes de viajar a Australia me había leído el libro “Las voces del Desierto” de Marlo Morgan y me había encantado, por lo que ahora, cuando veía a los aborígenes por las calles de Cairns sentía absoluto respeto y admiración por ellos. Sin embargo, cuando fuimos nosotros, los aborígenes, aunque ya eran considerados parte igualitaria de la población, (no hace tanto tiempo, ya que fue en 1967 cuando empezaron a tener los mismos derechos… Antes, eran considerados animales y cualquier australiano podía matarlos sin pena alguna… una tristeza. Os recomiendo que leáis un poco sobre ellos ya que tienen una historia y antigüedad impresionante), se les veía discriminados. Es decir, no vimos aborígenes teniendo un trabajo de cara al público por ejemplo y se veía muy obviamente que eran la clase baja de la población australiana, de hecho, vimos muchos aborígenes tirados por las calles borrachos y demás. Una visión que me hizo pensar mucho sobre el abuso de poder y la poca cultura y respeto que tenemos hacia lo desconocido o diferente.

Pero no quiero daros la brasa con mis pensamientos morales… Después de un paseo por el centro nos fuimos a cenar a una especie de mercado en el que había puestos de todo tipo de comida. Lo que hacía la gente era comprar la comida que quisieras y después, se la comían en una zona central llena de mesas y bancos. Esto, con el paso de los años hemos visto que es muy común en muchas ciudades de Asia y Oceanía pero en aquel entonces ¡era nuestra primera vez!

Ese día nos decantamos por comida china, nos apetecía comer algo de verduras, arroz… Y además en ese puesto pagabas por el tamaño del plato, es decir, tú podías llenar ese plato a reventar, que igualmente pagabas lo mismo ¡Y eso fue lo que hicimos! Para quitar los malos rollos nos pedimos una cerveza que nos costó 7€ ni más ni menos, por cierto, pero que nos ayudó a ver las cosas de otra manera jajaja. Cuando terminamos de cenar nos dimos cuenta de que en el mercado había dos zonas para comer: una zona era para las personas que no bebían alcohol y otra para las que sí acompañaban la cena con alcohol y ¿sabéis dónde nos habíamos sentado nosotros? ¡dónde nos dio la gana y justamente era dónde no se podía beber alcohol…! Pero el día había sido tan largo y tan raro que nos daba igual…

Cuando terminamos la cena regresamos a albergue maldito para intentar descansar y tener dulces sueños…

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