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DAINTREE FOREST Y CAPE TRIBULATION

 Bueno pues este día puedo deciros de verdad que amanecimos… ENFADADOS. Después de que durante toda la noche la gente que se hospedaba en el albergue estuviera de fiesta, con la música alta, borrachos, gritando y todo lo que os podáis imaginar, nosotros teníamos que levantarnos temprano para pasar nuestro día en el Daintree Forest y Cape Tribulation. 

La sensación de estar agotados, tensos, nerviosos por no haber podido dormir bien y levantarse en absoluto silencio (claro después de estar toda la noche tocando las narices, de buena mañana ya estaban agotados…) nos terminó de enfadar aún más. Tal fue nuestro enfado que empezamos a hablar entre nosotros en tono muy alto para intentar molestarlos a ellos (cosa que fue imposible porque iban tan borrachos que casi estaban en coma etílico).  Yo intentaba mantener la calma dentro de mi enfado porque era muy pronto y no quería empezar el día con tan mal rollo… Pero Isaac supo sacarme una buena carcajada… Tal el era el enfado que tenía Isaac (yo aún pude dormir algo pero es que él ‘nada de nada!) que cuando nos estábamos lavando los dientes en medio de aquel desorden y en ese baño tan asqueroso, Isaac cogió todos los cepillos de dientes de la gente (porque los dejaban en un vasito todos juntos en el baño compartido como quien deja todos sus enseres en casa listos para ser utilizados) y limpió literalmente el water con ellos ¡Sí como estáis leyendo! Cuando lo ví, con toda la intención del mundo, dejar aquel water asqueroso algo más limpio y utilizando los cepillos de dientes de la gente ¡no podía parar de reírme! Jamás en la vida se me había ocurrido semejante cosa, pero es cierto que la desesperación saca lo peor de cada uno…

Cuando terminamos de asearnos y vimos todo el percal que había por el jardín y las zonas comunes aquello era muy “destroyer”… personas durmiendo sentados en la sillas y a punto de caerse al suelo, botellas de todo tipo de bebidas alcohólicas por todos los lados incluso dentro de la piscina,  bolsas de comida por el suelo, los sofás más sucios si cabe que cuando llegamos el primer día, la cocina como si hubiera pasado un tsunami por encima de ella y se hubiera declarado zona catastrófica… horrible de verdad. 

Después del mal despertar, fuimos a desayunar a Pie Face, el único sitio que nos sacaba de la pesadilla de albergue en el que estábamos y nos ayudaba a empezar el día con alegría. Tengo que deciros que los dueños (una pareja de cincuentones) nos trataban como en casa y agradecíamos un trato amable como el suyo después de la mala experiencia que vivíamos cada día. Además, sin darnos cuenta debíamos de haber encontrado un lugar de confianza para la gente del pueblo y es que la policía de Cairns también iba a desayunar a Pie Face.

Con la barriga llena, nos fuimos de nuevo al albergue paseando por las calles de Cairns. Quiero hacer un parón aquí porque ya llevamos dos días en Cairns y todavía no os he contado una de las cosas más curiosas que vimos en esta ciudad. ¿Sabíais que está plagado de murciélagos gigantes (en Australia les llaman flying fox lo que sería literalmente zorros voladores, así que no exagero cuando os digo que eran ¡gigantes! ¡del tamaño de un gato! Os dejo el link de un video de Youtube que he encontrado en el que podéis ver literalmente lo que os digo, clica aquí) y es que es la especie más grande que existe de murciélago. No son peligrosos porque no atacan a la gente, ya que la mayor parte del día lo pasan durmiendo o sobrevolando las copas de los árboles, pero el problema es que como hay tantos tantos (de verdad que los árboles parece que no sean capaces de sostenerlos a todos) generan muchos residuos con sus excreciones y orinas que para nosotros los humanos son perjudiciales. Así que el único problema que puede pasar es que te meen o te caguen encima y tengas que ir al hospital… Pero nada más grave que eso jajaja  

A la hora acordada nos  vinieron a buscar y el guía que nos vino a recoger era casi clavado a Steve Irwin ¿os acordáis de aquel “cazador de cocodrilos” australiano que desgraciadamente murió cuando buceaba? Pues era como él pero algo más alto y delgado. En el tour íbamos un grupo mayormente de gente joven incluso diría que los mayores del grupo éramos nosotros… 

El recorrido hasta Mossman Gorge, que era nuestra primera parada transcurrió a través de una larga carretera costera. Aquellos paisajes cada vez se hacían más vírgenes, más solitarios y solamente quedaban grandes playas solitarias de arena blanca que se unían con la selva tropical. Como era muy temprano, la gente iba dormida pero sin embargo, yo me había puesto música y estaba en mi mundo totalmente, disfrutando de aquella maravilla que pasaba ante mis ojos… 

Después de una hora de trayecto finalmente llegamos a Mossman Gorge, situada en la parte sur del Parque Nacional Daintree Forest (el bosque tropical más antiguo de la Tierra). Estas cascadas son muy especiales porque forman parte de la patria tradicional indígena Kuku Yalanji, una tribu aborigen originarios de la selva y además de esto, porque son preciosas. 

Tuvimos tiempo para estar solos un rato disfrutando de las cascadas y si queríamos darnos un baño también, pero esto último no nos apeteció mucho y optamos por hacer una de las caminatas que realizaban los aborígenes mientras cazaban. Durante el paseo cruzamos un largo puente colgante que se había construido con la finalidad de proteger la selva tropical de los humanos y del impacto de los visitantes.

Tengo que decir que fuimos testigos de que este bosque tenía la mayor diversidad de animales y plantas del mundo porque vimos camaleones en los árboles, vimos hojas que caían de los árboles con trampa, ya que por debajo tenían espinas urticantes, vimos árboles con espinas en sus troncos y todo esto amenizado con el sonido de fondo de los animales de la selva que no veíamos. Fue una experiencia única porque fuimos los únicos que decidimos adentrarnos en la selva (el resto del grupo prefirió pegarse un baño) y tuvimos todo el sendero para nosotros. 

Después de la parada en Mossman Gorge, nos subimos a la furgoneta para dirigirnos hasta Cape Tribulation. Esto fue toda una aventura también porque para poder llegar hasta Cape Tribulation teníamos que cruzar un río. Ok, vale, no es nada de otro mundo, pero es que no había puente… Lo que hacían para cruzar de un lado a otro del río y proteger el Daintree Forest era subir los coches a un ferry, que curiosamente se movía por cables (os dejo un link de un vídeo que encontré en Youtube para que veáis como era la experiencia, clica aquí) Nosotros nunca habíamos vivido una experiencia como esta porque sí, obviamente habíamos subido en coche a un ferry, pero el más pequeño que habíamos visto era el Balearia de Ibiza a Formentera y éste era super pequeño en comparación. Fue una experiencia chula. 

De allí fuimos directamente al mirador Alexandra Lookout situado en el Monte Alexandra. Desde este mirador, como estaba despejado pudimos ver como el bosque tropical llegaba literalmente a tocar la Gran Barrera de Coral y es aquí dónde te das cuenta de lo maravillosa que es la naturaleza, cuando el verde intenso se junta con el azul del Pacífico. 

Después de la pequeña parada llegamos finalmente a Cape Tribulation, una playa protegida. En esta playa desembarcó el Capitán Cook en una de sus expediciones a la tierra aborigen, sin embargo, como la naturaleza es muy sabia, su barco se hundió al chocar con la gran barrera de coral que protege esta playa. Según dijo “aquí empezaron todos sus problemas…” refiriéndose a todos los problemas que encontraría en la expedición australiana. 

Nosotros nos quedamos muy impresionados de nuevo con esta playa porque sin duda era totalmente virgen. Teníamos algo de miedo porque en esta playa habíamos leído que muchos cocodrilos hambrientos habían devorado a varios turistas despistados… Así que como en todas las playas australianas hasta el momento, solamente nos dedicamos  a observar la naturaleza y a disfrutar de un paseo.

Antes de comer una rica ensalada de patata y vegetales que nos tenía preparado  nuestro guía (muy rica por cierto) vimos que en la playa había unos hippies que parecía que vivían allí en una autocaravana y para ganarse algún dinero, hacían pulseras con materiales naturales que cogían del suelo y demás. Y entonces a mí se me iluminó el cerebro y le digo a Isaac: “Voy a comprar una pulsera de esas que seguro que es el mejor souvenir que puedo tener” a lo que me respondió “sí es cierto, será super original” y por 5$ me compré mi pulsera auténtica de Cape Tribulation. Cuando llegamos al encuentro de nuestro guía que ya tenía la comida campestre preparada, nos dice: “No debéis comprar esas pulseras que venden esos hippies, porque ¿nadie la ha comprado verdad? están hechas de semillas que son necesarias para que este bosque siga su curso y crezca nueva vegetación, ¡están destrozando el ecosistema!” Tal fue la vergüenza y el bochorno que sentí que no me atreví a decir que había sido la única persona en el grupo que había caído en la tentación de comprar la dichosa pulsera… Así que lentamente, me saqué la pulsera y me la metí en el bolsillo sintiéndome fatal pero a la vez pensando que no me había dado cuenta de la repercusión… ¡no había sido con mala intención! En fin, que intenté olvidar este pequeño detalle y seguimos disfrutando de la excursión…

Después de comer hicimos un corto paseo por el bosque todos juntos en dónde el guía nos explicaba los diferentes peligros que podíamos sufrir si no conocíamos la selva. Tengo que deciros que si no estás al tanto de todo, estás fastidiado porque por ejemplo si por casualidad te tropiezas e instintivamente te quieres agarrar en algún árbol en concreto, puede ser que te claves unas espinas, como os dije antes, enormes, o que algunas hojas te creen una reacción alérgica o que algún fruto termine envenenándote. Pero si superas todo esto, en el Daintree Forest vive el casuario, como ya os contamos, es el ave más peligrosa del mundo ya que puede provocar lesiones mortales en un humano adulto debido a sus garras y fuertes patas, abriendo nuestro cuerpo como si fuéramos mantequilla.

Lo peor de todo es que el guía nos dijo muy seriamente antes de empezar el paseo que estuviéramos en silencio para poder estar atentos en caso de que nos encontráramos con un casuario, y no lo dijo para acojonarnos, porque cuando íbamos en la furgoneta de regreso a Cairns y cruzando la selva tropical vimos uno cruzando la carretera, así que damos fe de que viven allí. Isaac no iba muy tranquilo la verdad ya que le había tocado ser el último del grupo y ya se imaginaba que si el casuario venía por detrás, él iba a ser el primero… jajaja 

Después del lúdico paseo nos fuimos a realizar la última actividad del día, subirnos a un barquito para ir en busca de cocodrilos australianos (digo barquito porque en comparación con los cocodrilos de 5 metros que íbamos a ver pues es que no era una embarcación muy robusta que digamos…). Lamentablemente tengo que deciros que nos quedamos con las ganas de verlos porque ese día no había ninguno por el río ¡y eso que estaba anocheciendo que es cuando más actividad tienen! (aunque Isaac en el fondo se sintió aliviado de no habernos encontrado con un especimen hambriento)

Y finalmente nos pusimos en marcha de regreso a Cairns. La verdad es que había sido un día que especialmente me había gustado porque la naturaleza de la selva tropical me había impactado muchísimo, sobre todo por lo virgen que se encontraba todo…

Pues nada, con esta sensación de plenitud por haber estado en contacto con la naturaleza más salvaje regresamos al albergue, otro estado salvaje pero esta vez del ser humano. Cansados del día, fuimos directamente a nuestra habitación y de repente ¡SORPRESA! nuestras cosas, nuestro equipaje, ¡no estaba en la habitación! Isaac y yo nos quedamos mirando como diciendo “¡¿pero qué coño pasa ahora?!”. Inmediatamente fuimos a la recepción del albergue y va y nos dicen “pensábamos que os habíais ido y que os habías dejado el equipaje” ¡¿Cómo?! Aquello ya era el remate final porque ya era la demostración que nos faltaba para hacernos ver que aquel sitio era un auténtico desastre pero bueno, dentro de lo malo, teníamos nuestro equipaje de nuevo con nosotros (menos mal que nosotros siempre cerramos con candado nuestras maletas cuando dejamos el hotel y aunque es una coñazo, no dejamos nada nuestro a la vista aunque volvamos por la noche a la misma habitación. Es una manía que cogimos desde que viajamos y que nos salva de situaciones como esta…)

Y bueno, con el cúmulo de emociones vividas en el día nos pusimos a dormir rezando porque no hubiera una fiesta de nuevo en el albergue… 


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