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¿A quién no le gusta una escapada de fin de semana para desconectar? Obviamente a todos nos encanta este tipo de salidas que cuando vuelves a casa tienes las pilas cargadas. Pues bien, en este post os vamos a proponer un plan que seguro os encantará y hará que regreséis encantados.

¿ POR QUÉ JAPÓN ?

Era junio de 2014, acabábamos de llegar de Estados Unidos y nos sentíamos confusos y desorientados. El viaje había sido tan impresionante que pensábamos que no había otro lugar que lo superara… ¡Qué ingenuos!! Sin embargo, todo el rato teníamos en la cabeza la misma pregunta ¿¡A dónde iremos después!? ¿Qué lugar elegimos? Nos sentíamos perdidos, ¡vacíos!

Recuerdo que una mañana de sábado nos levantamos con la misma pregunta los dos en la mente. ¿Y ahora qué? Empezamos a hablar sobre el tema mientras desayunábamos, pero al principio fue un poco caótico, como nos pasa algunas veces cuando intentamos   ponernos de acuerdo. Uno decía una cosa, otro decía otra… era un sin sentido.

Isaac  tenía en la cabeza Tailandia, un destino que a mí también me gustaba, pero me llamaba menos la atención. Conocía mucha gente que ya había ido y además me daba la sensación que todo el mundo solía viajar allí. Sé que es un sitio al que iré en un futuro, pero me parecía que podíamos esperar para ir a Tailandia, sentía que que podíamos buscar un destino más especial y que nos inpresionara mucho más a los dos.

Por mi parte, proponía la India y lugares similares, lugares que Isaac rechazaba al instante por todo en general. (Este un reto que tengo, el conseguir convencerlo para que viaje a la India y lo conseguiré, cada día estoy más cerca…)

En ese punto de la conversación nos quedamos en silencio y sin que fuera premeditado los dos dijimos al unísono… ¡Japón! ¡como si estuviéramos sincronizados!

Inmediatamente supimos que ese tenía que ser el destino, un lugar poco conocido, a la vez tecnológico y tradicional. Un lugar que cumplía con los intereses de cada uno. Además, y para darle más emoción y atractivo, no conocíamos a nadie que hubiese ido, por lo que el desconocimiento era máximo.

Y ese fue el momento en que nos decidimos y empezamos a soñar otra vez.

VERANO 2014, ILUSIONES

Recuerdo que una vez fijado el destino, lo primero que hicimos fue ir al Fnac a comprar la guía de rigor. Es algo que venimos haciendo desde que viajamos y la verdad es que además de ser una fuente muy buena de información, leer cómo es el país que vamos a visitar nos ayuda a motivarnos en los momentos duros de ahorro y sacrificio. Y es que fijar un destino a dos años vista, requiere de grandes dosis de paciencia, esfuerzo, ilusión y ganas.

Los días de verano me llevaba la guía a la playa, intentando aprender algo sobre Japón, sobre todo para saber cuáles eran los mejores lugares para visitar. Sin embargo, todo era muy confuso. Me pasaba horas leyendo aquellos nombres sin que pudiera retener ninguno, ¡era como si no hubiera leído nada!. Literalmente me sonaban a chino como se suele decir y tal como los leía, los olvidaba.

Por ese motivo me di cuenta de que quería empezar la casa por el tejado, que Japón no era un lugar común y corriente y que si queríamos preparar bien el viaje tenía que conocer primero cómo era su cultura, básicamente conocerlos primero a ellos. Así que me busqué un libro que me ayudase un poco a saber más sobre su cultura, su historia, su forma de vivir…

Me decanté por comprarme el libro titulado «Un Geek en Japón», lo que significa “Un tipo raro en Japón”. El título ya me encantó, y es que ya me indicaba que teníamos mucho que aprender sobre su cultura… El libro lo había escrito un español que por trabajo se había trasladado a vivir a Japón, y que a consecuencia de eso, había escrito un libro con las diferencias culturales  y de vida que tenemos con ellos.

Tengo que agradecerle mucho, porque las cosas que me enseñó en su libro fueron muchísimas. Explicaba temas como: la historia del país, cómo concebían la vida familiar, el trabajo, las tribus urbanas, la música, la religión, los tipos de templos… Cosas básicas que cualquier persona que viaja a Japón debería de saber con antelación, para poder ser respetuosos con ellos y sobre todo, comprenderlos.

Y entre libros pasó el verano…..

INVIERNO 2014-2015

Como siempre, en cada periodo de ahorro para cada viaje vienen momentos difíciles.

Y aquí vino uno: por cosas del destino me puse enferma.

Tuve una gripe bastante fuerte, tanto que no levanté cabeza durante un mes, incluídos 15 días de bajón físico total. Fue algo duro porque me hizo revivir momentos complicados de mi infancia-adolescencia e hizo también darme cuenta de que quizás todo vuelve cuando menos te lo esperas. Básicamente grabé a fuego en mi pensamiento y en mi forma de vivir que todo lo bien que uno puede estar en el momento presente,  puede terminar de golpe y sin avisar.

Y como también estoy convencida de que todo pasa por algo, cuando me recuperé, Isaac y yo nos planteamos muchas cosas.

La principal de todas ellas y la más importante era que teníamos que formalizar la relación. Al no estar casados, Isaac no había podido acompañarme al médico muchos días y me había visto obligada a ir sola en unas condiciones en las que necesitaría que alguien me ayudara (a caminar, a conducir…) He de decir que no fue una situación muy agradable…

Vivir estos malos momentos nos hizo pensar en el matrimonio. Nosotros estábamos genial como estábamos, nunca habíamos sentido la necesidad de hacer una celebración de nuestro compromiso y mucho menos legalizarlo. Nos bastaba y nos sobraba sabiendo que nos queríamos, nos respetábamos y que queríamos estar juntos para siempre. Pero ante la ley no éramos nada y las consecuencias de esto, pues las habíamos vivido en nuestras propias carnes.

Por lo que una vez tomada la decisión de que queríamos casarnos, empezaron los cambios…

NUEVO DESTINO

La situación ante la que nos encontrábamos era diferente, ahora si nos casábamos, podíamos estar un mes de vacaciones (ya que el estado nos daría quince días adicionales) y claro, para estar un mes entero en Japón, se necesitaba un presupuesto mayor (o eso era lo que pensábamos en aquel momento).

Por lo que Isaac propuso que era mejor irnos a un destino más económico, en el que pudiéramos estarnos un mes por el mismo presupuesto establecido para nuestros viajes. ¿¿¿¿Cuál era ese destino???? De nuevo, Isaac con su perseverancia retomó la propuesta inicial: una ruta por Tailandia.

He de decir que no puse mucha oposición y acepté sin mucho esfuerzo. No tenía motivos para negarme porque era un lugar precioso y llamativo, con otra cultura, … Pero algo en mi interior me decía que no, que no debía ir , que yo en el fondo quería hacer otra cosa y que no estaba tan ilusionada con el destino como se debe estar en estos casos.

Para darle un toque más aventurero y especial y de esta manera llenar ese vacío que sentía ante el destino decidimos añadirle Vietnam y Camboya, que eran dos países que me llamaban mucho más la atención, pero aun así, no estaba cien por cien convencida.

Con este cambio de planes, fuimos a comprar las guías correspondientes a los nuevos destinos. Durante las noches, antes de acostarnos, las leíamos juntos para enterarnos un poco más de los lugares a visitar, cómo hacer la ruta… decididos a planear nuestro viaje a estos nuevos destinos.

VERANO 2015

De nuevo, en verano, me encontraba igual que un año atrás,  ilusionada con un viaje,  leyendo guías, solo que los planes habían cambiado, nuevo verano y nuevo destino.

Ya me había hecho a la idea de que el viaje sería a Tailandia, ya teníamos la ruta hecha y ya me había empezado a descargar libros sobre la historia del país, la guerra de Vietnam… Libros que entre fantasía y realidad me daban pistas de su historia. (es algo que suelo hacer siempre que viajo, empaparme al completo del destino que iré a visitar)

Tenía ya mis sitios “top ten” o «must to see» como el templo de Angkor Wat en Camboya, la visita a un refugio de elefantes en Chian Mai en Tailandia, o la bahía de Hanoi en Vietnam… Y de repente, a finales de verano nos enteramos de que había habido un atentado en la zona centro y turística de Bangkok. ¡Nos quedamos alucinados! Por supuesto el Ministerio de Asuntos Exteriores no recomendaba que los españoles viajaran al país debido a la inestabilidad política y los posibles atentados que podían suceder en un futuro. Nos quedamos en shock. Jamás nos había pasado algo similar y no sabíamos muy bien qué hacer. Pero lo que sí sabíamos es que planeando un viaje con tanto tiempo de antelación no podíamos arriesgarnos a reservar vuelos, hoteles, … y que la situación no fuera segura…

Por lo que después de pensarlo bien, decidimos cambiar de nuevo de destino y volvimos a la idea original: Japón. Yo siempre digo que no hay mal que por bien no venga y que el destino siempre nos manda señales para que no nos desviemos de nuestro camino, solamente tenemos que estar atentos para recibirlas.

Estaba claro que teníamos que ir a Japón, nuestro destino era ese.

PREPARACIÓN DEL VIAJE

Pasado el verano y establecido definitivamente el destino de nuestro viaje, nos pusimos a centrarnos en los detalles, que es una parte que nos encanta. Empezamos a ver Callejeros Viajeros en Japón, YouTube Japón, blogs de otros viajeros en los que cuentan sus experiencias y enseñaban sus fotos… Vamos, a empaparnos a tope de todo lo que fuera japonés.

Yo por mi parte, empecé a leer un libro que iba de un americano que en la época de la segunda guerra mundial había aprendido japonés para descifrar las misiones de guerra de los japoneses. Una vez finalizada la guerra, este hombre se había quedado tan impresionado con el país y cultura que se había ido a vivir allí para realizar una tesis doctoral sobre el idioma. Al final, este hombre se quedó tan prendado del país y su cultura, que terminó instalándose allí y conviertiéndose en una figura respetada de la cultura japonesa. ¿Qué tenía ese país que un americano lo dejó todo para instalarse allí? Tenía curiosidad por llegar a Japón y verlo con mis propios ojos…

En el mes de Noviembre nos pusimos a mirar vuelos para el mes de Mayo. Ese sería el mes de la formalización de la relación y también la fecha de nuestro viaje. Mayo es un mes que nos gusta mucho para viajar porque no hace mucho calor pero tampoco hace mucho frío, es muy agradable en cuanto a temperatura y además es cuando la naturaleza se ve más florida y más bonita. (Además, es el mes de mi cumpleaños y me encanta ir de viaje después de cumplir años, así me olvido rápido de la edad… )

Decidimos comprar el vuelo desde Barcelona ya que después de firmar los papeles del matrimonio iríamos a Girona a visitar a la familia. Gracias a eso, el vuelo nos salió algo más barato en comparación con años anteriores, ¡algo que agradecimos!

Así que fuimos a Barceló viajes, junto a nuestras amigas Goretti y Lidia, para que nos hicieran un presupuesto de vuelos. Nuestra sorpresa fue máxima cuando nos ofreció un precio más que competitivo, ¡600€ por persona saliendo desde Barcelona! No lo dudamos  mucho y por supuesto lo compramos. ¡El primer paso ya estaba dado!

Acto seguido, como siempre, calculamos el dinero de la manutención (nosotros tenemos establecido un dinero por día para dos personas para gastos de comida) y hablamos con Valentín (el padre de Isaac, que es banquero) para hacer el cambio de divisas (eso también lo controlamos mucho cuando decidimos el destino de nuestros viajes, con el cambio de divisas puedes perder mucho dinero). Pero de nuevo estábamos de suerte, justamente daba la casualidad de que ese era un buen momento para hacer el cambio de moneda, así que ya teníamos dos pasos dados. El viaje iba cogiendo forma.

Pasadas las Navidades 2015, entrábamos en un nuevo año y teníamos que ponernos a trabajar a tope. La verdad que es que estábamos algo perdidos a pesar de haber leído tanto sobre Jopón, ¡no teníamos idea de por dónde empezar!. Miramos algunos tours , pero  parecían escasos y que visitaban muy pocas cosas, muy típicos y creíamos que había muchas más cosas interesantes para nosotros ¡pero no sabíamos cómo organizarlo!

Recuerdo que cada vez que nos poníamos a planear la ruta no avanzábamos nada. Era algo frustrante. Solíamos ponernos a hacerlo los domingos por la mañana y cuando intentábamos centrarnos, siempre, o porque nos llamaban nuestros padres o cualquier otra cosa, pasaba la mañana sin que hiciéramos algo de provecho. La cuestión era que no avanzábamos nada.
A finales del mes de Enero conseguimos planear un poco la ruta por la ciudad de Tokio, gracias a una guía de National Geographic que ofrecía rutas establecidas por la ciudad. Avanzamos porque seguimos casi al pie de la letra sus rutas, pero hasta eso, fue un lío.

Cuando planeamos los primeros días en Tokio estábamos algo asustados. Tokio es una ciudad enorme, es tan grande como 10 veces la ciudad de Barcelona y nosotros nos sentíamos que en esa ciudad, seríamos algo minúsculo. Además, el miedo a perderse o a no saber orientarse nos daba respeto. (nosotros no utilizamos internet para ayudarnos con mapas u otras aplicaciones cuando viajamos)

Sin darnos cuenta llegó el mes de Febrero. En Galicia y en mi trabajo, teníamos el martes de carnaval libre y tenía claro que tenía que aprovechar el día para avanzar con la planificación del viaje. Sin embargo, recuerdo perfectamente la sensación de enfado que tenía aquel día porque no conseguía centrarme y hacer algo de provecho ¿Por qué Japón se nos resistía tanto?

Entonces empecé a navegar por internet, visitando blogs, tomando notas, viendo google maps, y tomando decisiones por mi cuenta con todas las consecuencias. Como Isaac estaba trabajando tenía que hacerlo sola, o tomaba decisiones para avanzar o nos quedaríamos estancados. Ese día, aunque empezó mal, decidí varias cosas, entre ellas cuándo iríamos al Monte Fuji, a Nikko, Nagano y Matsumoto. Sin duda, fue un día que nos ayudó mucho a coger impulso y a mantener ese ritmo. Ahora íbamos por el buen camino. Ahora, a toro pasado, he de reconocer que ¡no lo hice tan mal!

Llegó Marzo y en este mes,  compramos el Japan Rail Pass, el billete de tren que nos permitiría viajar por el país en casi todos los trenes y ferris con un solo billete. Habíamos leído en muchas páginas que era el mejor medio de transporte para moverse por el país. En un principio hasta habíamos pensado en alquilar un coche, pero esa idea quedó totalmente descartada cuando leímos que apenas había aparacamientos, por lo que lo mejor fue decantarse por el Japan Rail Pass. No fue para nada barato, y más para las tres semanas que íbamos, sin embargo, una vez allí nos dimos cuenta de que valió  mucho la pena. Este mes concretamos cómo íbamos a distribuir los días que nos quedaban pendientes de planificar y también lo que visitaríamos. He de decir que íbamos lentos, pero sin pausa.

Abril fue un mes caótico… Al no contar con internet en Japón y descartada la idea de comprarnos una tarjeta japonesa, teníamos que buscar métodos para ubicarnos cuando estuviéramos allí, la orientación era la base de nuestra planificación. Además de este tema que nos volvía locos (las señales estarían también en japonés y para nosotros sería lo mismo que si no hubieran), teníamos pendiente comprar entradas de algunos lugares, reservar algunas visitas turísticas… Definitivamente, nos pillaba el toro. Recuerdo que durante un par o tres de fines de semana de este mes, nos encerramos en casa, cada uno con su ordenador, con su espacio, con su calendario, … organizándolo todo por su cuenta y riesgo y sin apenas consultar al otro temas como horarios de visitas, madrugones, horarios de trenes… Teníamos que ir a saco, estábamos a un mes del viaje y nos quedaba mucho por hacer.

Otro de los problemas que tuvimos este mes, es que nos habíamos hecho como una guía personalizada con todos los castillos, templos, museos que visitaríamos y queríamos llevarla para ir leyéndola mientras estábamos allí. El problema era que, al menos, había ¡casi 500 hojas! En papel era ¡imposible llevar todo eso! Qué decepción que teníamos, sin darnos cuenta habíamos metido tanta info que no era factible llevarla. Gracias a dios que se nos ocurrió meterla como imágenes en el móvil y así consultarla siempre que quisiéramos sin cargar con folios, peso, etc.

Por si los problemas de planificación no fueran suficientes, a quince días de irnos, vemos en las noticias que en la isla sur de Kumamoto, una ciudad por la que teníamos que pasar en nuestra ruta a Kagoshima, había habido un gran terremoto. Los daños habían sido bastante grandes, entre ellos se habían roto las vías del tren que daban acceso a esta isla, por lo que era imposible llegar. Este hecho hizo que tuviéramos que cancelar nuestra estancia en la zona, modificar nuestra ruta y olvidarnos de visitar el volcán activo de Japón (una de las grandes ilusiones de Isaac, visitar un volcán en actividad).

Después de todos estos contratiempos y la dificultad que habíamos encontrado en la preparación del viaje, yo solamente tenía en la cabeza que Japón tenía que ser impresionante, porque nunca nos habíamos encontrado ante una planificación tan dura y complicada.

Y entre sobresaltos y cambios de última hora, llegó el momento de la boda.

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