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BONDI BEACH

Con ansias de conocer la playa más famosa o una de las playas más conocidas de Australia, el segundo día nos fuimos a conocer: Bondi Beach.

Antes de viajar a Australia habíamos estado viendo un programa, el que emitían en Discovery Channel que grababan la jornada laboral de los famosos socorristas de Bondi. La verdad que su día era un programa muy entretenido porque  su rutina transcurría entre avistamientos de tiburones, picaduras mortales o salvamentos a turistas que, debido al fuerte oleaje, corrían el riesgo de ahogarse… Vamos, una jornada normalita como la que pueden tener otros socorristas en cualquier playa de España, jajaja.

Para llegar allí tuvimos que coger varios transportes: un tren, un autobús… Y aún ahora que lo recuerdo, no tengo ni idea de cómo llegamos hasta Bondi sin problema, ya que en aquel momento íbamos a pelo, es decir, sin ayuda ninguna de Google Maps o cualquier otra cosa que no fuera preguntar a la gente y ganas de llegar a tu objetivo.

Australia fue nuestro primer viaje fuera de Europa juntos, hace ya unos años y antes viajábamos de otra manera, dejando más cosas al azar, con más improvisación, dejándonos llevar… Y por eso este diario es mucho más divertido jajaja (ya lo iréis viendo).

Emocionados de más porque veníamos del invierno de España, vimos que hacía un tiempo soleado primaveral, así que nosotros hicimos la mochila como si fuéramos a pasar el día en la playa ¡qué ingenuos! Era cierto que hacía buen pero no contábamos con el viento! Así que cuando llegamos a Bondi y vimos el viento fresquito que hacía decidimos dejar la idea de tomar el sol y bañarnos en Bondi por ir a pasear, que nos iría mucho mejor…

Bondi es una zona costera que se encuentra al lado de Sydney y en la que vive mucha gente famosa y pudiente. Pero además de todo el encanto que tiene, lo que más nos gustó es que pegado a la playa y recorriendo toda la costa, había un sendero que le llamaban “Coastal Walk” o “Camino de Ronda Australiano” como le llamo yo. Así que nos animamos e hicimos esa ruta para pasar la mañana. Tengo que deciros que el camino estaba lleno de gente haciendo deporte, de australian@s guapísim@s y musculad@s. Tengo que decir que los únicos que paseábamos ¡éramos nosotros! Todo el resto de gente que iba por ese camino iba corriendo, por lo que era obvio que allí estaban muy concienciados con el tema del deporte… Quizás es para compensar lo mal que comen…

Durante el paseo disfrutamos mucho del mar, del oleaje, de las casas impresionantes que allí había y de la naturaleza. En Australia la naturaleza es impresionante.

En el camino, pasamos al lado de una pequeña zona de árboles que estaba lleno de “rainbow lorikets“, unos pájaros muy coloridos parecidos a los loros. Esto ya nos llamó mucho la atención porque es como si estuviéramos viendo un mundo de fantasía, con pájaros de colores en los árboles, cuando en España son normalmente oscuros para poder camuflarse. Sin embargo, lo más chulo era que podías acercarte a ellos sin problema, tan cerca que ¡casi podías tocarlos, que no se iban! ¡Era una pasada! y más para nosotros que nos encanta la naturaleza…

Otra de las cosas que nos gustó mucho del paseo es que fuimos testigos de como el arte invade Australia  literalmente.  Ya sabíamos de buena mano que en Australia les gusta mucho el arte contemporáneo, porque una de las dos amigas australianas que visitaríamos al final del viaje es “curator” lo que sería “galerista de arte” y ya nos había puesto en sobreaviso. Pues durante el paso, vimos una exposición temporal de obras de arte contemporáneo (difícil de interpretar) al aire libre, allí en medio, al lado de la playa y en el paseo costero… Creo que no he vuelto a ver algo parecido desde entonces.

Cuando llegamos al final del camino, antes de dar vuelta, nos detuvimos en un banquito que tenía unas vistas maravillosas del océano. Sin embargo, a nuestra espalda, se encontraba un gran cementerio, que consideramos era el cementerio con las mejores vistas del mundo… Realmente el lugar era un remanso de paz y silencio, solamente se escuchaba el mar y si te lo paras a pensar…  Creo que es el mejor lugar que he visto para descansar en paz (suena algo tétrico pero es que lo sentimos así).

De vuelta a Bondi decidimos comer algo y ya comimos nuestra primera comida basura del viaje. En aquella época, no podíamos elegir tanto dónde comer y en este viaje tiramos mucho de comida de este tipo, básicamente por el precio económico que tenía…  (comer bien en Australia es muy caro). Comimos en Hungry Jack’s que es una cadena australiana similar a Burger King. Estando allí, empezando a comer, de repente escuchamos a un grupo de chicas ¡hablando catalán! En un primer momento nos quedamos desconcertados porque no esperas escuchar otra cosa que no sea inglés, pero mucho menos te esperas escuchar ¡catalán! Fue muy curioso vamos y sobre todo porque las chicas eran muy jovencitas… Imaginamos que estarían de intercambio o algo así…

Después de comer continuamos paseando por todo el paseo marítimo de Bondi, disfrutando del sol, la brisa del viento, el ambiente y entrando en algunas de las tiendas a cotillear. Tengo que deciros que a esta hora del día la playa estaba más ambientada a pesar del viento, pero nosotros seguíamos teniendo frío, así que nos fuimos de Bondi sin ni siquiera meter la punta de los pies en el agua… Una pena, a ver si para la próxima…

De regreso a Sydney decidimos visitar el Royal Botanical Garden, que estaba justo al lado de la Opera House, así ya podíamos ver este edificio que tanto me gustó.

Este jardín botánico al aire libre está situado en lo que antiguamente era una granja de cultivos. Sin embargo en 1816 se fundó el jardín botánico, considerándose también como la primera institución científica de Australia, ya que fue aquí en dónde empezaron a estudiar y a aclimatar especies de plantas procedentes incluso de otras regiones. También aquí se estableció allí durante los años 1862 – 1883 el primer zoológico de Sydney.

Nos perdimos por el jardín botánico mucho tiempo, porque además de ser muy grande, había una gran colección de árboles, plantas, flores e incluso aves…  Lo que hacía que nos entretuviéramos a cada paso que dábamos.

Antes de regresar al albergue decidimos pasar por el supermercado para comprar algo para cenar y aprovechar un poco las instalaciones del hostel, porque lo que nos apetecía  de verdad ¡era un buen filete!

Pues bien, esto de hacernos la cena fue todo una experiencia… Cuando llegamos, en la cocina del albergue había bastante gente haciéndose la cena y tengo que deciros que eran unos guarros. Utilizaban ollas, sartenes, cubiertos, etc ¡y no los limpiaban! los dejaban en el fregadero para que el que quisiera utilizarlas los fregase, algo que me parecía indignante y de ser unos guarros con morro.

Ante este panorama que teníamos delante nuestra y como obviamente no quería fregar lo que habían utilizado otros, me di cuenta que había una parrilla con tapa que era en dónde la gente, en el desayuno, se hacían las tostadas, así que con el mismo morro que tenía todo el mundo en aquel lugar me adueñé de la parrilla y plantamos el filete allí dentro. La cara de la gente era un poema, mirándonos mal (seguro que hasta nos pusieron a parir y todo, pero nos dio absolutamente igual…). Tengo que deciros que el filete quedó delicioso, bien hechito, con una pizca de sal y aceite de oliva…. Vamos, que fuimos la envidia del comedor, con eso os lo digo todo.

Obviamente, después de hacer el filete limpiamos la parrilla y todo lo que habíamos utilizado, pero solamente lo nuestro… ¡vaya morro tenía la gente!

Como veis, cada día en el hostel teníamos una aventura… Aunque ya nos estábamos haciendo a la idea de que este tipo de convivencia no nos molaba nada, pero es lo que tiene este tipo de alojamiento…

Y encerrados en nuestra pequeña habitación, nos pusimos a descansar, con ganas de empezar otro nuevo día en la ciudad.

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