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PARTIDO EN LAS PISTAS DEL OPEN DE AUSTRALIA POR SORPRESA

Cuando nos levantamos Vera y Dunja nos dieron los buenos días con una sorpresa que nunca olvidaremos. Aún estábamos medio dormidos cuando nos dieron un regalo a cada uno de nosotros: a mí Dunja me regaló un libro que trataba sobre los aborígenes australianos (soy muy pesada, lo sé) en dónde te introducía a su cultura, sus pinturas, las diferentes tribus… Me encantó mi regalo, pero el de Isaac…. Acertaron de pleno. Vera no le tenía nada preparado, ni un sobre ni nada, pero con solo sus palabras hizo que a Isaac se le iluminaran esos ojos marrón chocolate que tiene. De sopetón le dice “¡hemos reservado la pista nº2 del Australian Open 2 horas para que hagamos un partido de tenis!” Isaac no se lo podía creer! Desde siempre había jugado a tenis, compitiendo hasta con Tommy Robredo y desde hace unos años había aflojado mucho el ritmo y esto era como un sueño para él. ¡Estaba como un niño con zapatos nuevos! Pero tenía que esperar hasta que ella regresara del trabajo, que nos juntaríamos con más amigos suyos para que se pudiera hacer una buena pachanga.

Toda la mañana estuvimos con Dunja visitando la zona costera de Melbourne y nos llevó a la famosa playa de Dendy Street Beach en Brigthon, situada a unos 11 km de Melbourne. Cuando llegamos lo que más nos gustó fueron las casetas de la playa o también llamadas cajas de baño. Estas casetas son de la época victoriana y según nos contó Dunja pueden llegar a valer 200,000$ ¡y eso que no tienen agua ni electricidad! Es cierto que Brighton es una zona adinerada de Melbourne, por lo que las casetas van acorde….

Paseamos toda la playa y fuimos comentando cada uno de los dibujos que tenían. Había de todos los estilos, aunque nuestra favorita fue la de la bandera australiana.

La verdad es que había bastante gente curiosa por estos iconos y es que ¡llamaban mucho la atención!

Para comer regresamos a Malvern, el barrio de Vera y fuimos a comer a un restaurante chino. Según nos contaron este restaurante es uno de los mejores, de hecho ¡viene gente de la city a comer a él! Pedimos saquitos, como dice Isaac (dumplings), arroz tres delicias, tallarines, sopa… y tengo que deciros que estaba mucho mejor que la comida que comimos nosotros en el centro de Melbourne (os lo contamos en el Capítulo 15).

Después de comer llegó Vera a nuestro encuentro y nos fuimos a pasear al Queen Victoria Market, uno de los mercados con historia de Melbourne. Se inauguró en 1878 y desde entonces sigue abierto al público. Establecido sobre un antiguo cementerio, pasó a ser el mercado de heno y maíz de la ciudad, derivando en lo que actualmente conocemos que es un mercado de un poco de todo: alimentos, souvenirs, puestos de restauración…

Allí nos pedimos un poco de todo para merendar: Isaac y Vera pidieron sangría, Dunja y yo unos muffins…  Cada uno  a su estilo. Lo que nos sorprendió mucho fue que la sangría, malísima por cierto, costara casi 9$! Isaac ya pensó en que teníamos que quedarnos y montar un puesto de productos españoles porque, ¡era lo que triunfaba y más si lo cobrábamos a esas cantidades!

La música sonaba de fondo, todavía hacía sol, el ambiente era ideal… estábamos pasando un buen rato.

Llegadas las seis, nos fuimos a la zona deportiva de Melbourne, dónde se encontraban las pistas de tenis del Australian Open y en dónde nos encontramos con el hermano de Vera y una pareja de amigos que venían a jugar con nosotros. En la recepción nos dieron unas raquetas que alquilamos y nos llevaron a los vestuarios. Por el pasillo pudimos ver trofeos y fotografías de algunos de los ganadores del Australian Open, entre ellos Rafa Nadal.

Isaac lamentó no tener buenos contrincantes para poder darle caña al juego, pero enseguida asumió que aquel momento era para disfrutar y no para competir. Pasamos un par de horas increíbles haciendo bromas, tirándonos por el suelo, sacándonos fotos… Era un momento muy especial que jamás habíamos imaginado.

Cuando nos íbamos, llevábamos las raquetas en la mano y literalmente podíamos salir del recinto sin que nadie nos controlara, con la raqueta que habíamos alquilado (por cierto de alta calidad), entonces Isaac lo comentó en alto… Sus reacciones de sorpresa nos dejaron muy impresionados porque ellos ni siquiera se habían dado cuenta de que cualquiera podía robar una raqueta. Ellos se sintieron algo ofendidos por nuestro pensamiento, porque eso no estaba bien… (algo que compartimos, claro, pero que con nuestra personalidad latina es imposible no pensar…). Este detalle me dejó muy reflexiva porque me di cuenta de los pocos valores que tenemos, o que nos hacen ver que tenemos que pasar por alto valores como la honestidad, la lealtad… porque sinó nos hacen ver que somos tontos y en realidad, la gente que es buena en los mundos de hoy en día no se les valora… En fin son reflexiones mías que suelo escribir por aquí de vez en cuando.

Al terminar el partido nos fuimos a casa y empezamos a empaquetar todas nuestras cosas… Las vacaciones ya tocaban a su fin…

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